Para los que tengáis pensado ir a Lanzarote o ya estéis disfrutando de su particular paisaje hoy os proponemos unas actividades de visita obligada en la isla. Hace unos meses hice un alto en el camino y me fui con mi chico y los peques a Lanzarote. Eso sí, con el portátil en la maleta por si las moscas. Ya sabéis, los autónomos no tienen vacaciones, o por lo menos desconexión completa. Por la cuenta que nos trae.
Temas laborales aparte, hemos tenido tiempo para hacer un poco de todo: piscina, playa, paseos, minigolf, castillos de arena… y, por supuesto, recorridos por la isla. Alquilamos un coche, enchufamos el GPS y visitamos las zonas más recomendadas: Timanfaya, los Jameos del Agua, la Cueva de los Verdes, el Jardín de Cactus, el Mirador del Río…
Son paisajes fuera de lo habitual para esta humilde urbanita madrileña, con zonas áridas de arena oscura, rocas volcánicas, palmeras… Y en todas las visitas que realizábamos siempre aparecía un nombre: César Manrique, el artista de la isla por antonomasia. Suyo es el Diablo de Timanfaya y otras muchas pinturas y esculturas repartidas a lo largo y ancho de Lanzarote.

Diablo de Timanfaya, una de las obras que encontrarás repartidas por el paisaje de Lanzarote
Pero también diversas obras de arquitectura verde que se han convertido en atracción de turistas. Cuenta la historia que Manrique (1919-1992) pasó dos años de su vida en Nueva York para desarrollar su amor por las artes, algo menos de 48 meses que marcaron profundamente su obra.
Allí echó de menos sus raíces tanto que regresó a Lanzarote con la idea de que sus trabajos tuvieran un vínculo especial con la tierra, con lo natural. Según sus propias palabras, “el hombre no fue creado para la artificialidad de Nueva York. Hay una imperiosa necesidad de volver a la tierra. Palparla, olerla».

Un artista muy polifacético, podrás disfrutar también de su faceta como pintor
Probablemente eso ha sido lo que me ha impresionado tan gratamente de su obra, cómo aprovechaba los espacios naturales y los adaptaba hacia una estética muy particular que no pasa desapercibida.
Qué visitar
Aunque ya de por sí Lanzarote es una gran obra de arte creada por la naturaleza, el valor añadido que le aportó César Manrique es impresionante. Suyo es el conjunto arquitectónico del Jardín de Cactus, localizado en Guatiza, al noroeste de la isla, en el centro de un entorno agrícola dedicado al cultivo de la cochinilla.
Se trata de un espacio natural con escalinatas y paredes empedradas y 7.200 ejemplares de más de 1.100 especies distintas de cactus originarias de lugares tan dispares como Perú, Méjico, Chile, Estados Unidos, Kenia, Tanzania, Madagascar, Marruecos y, por supuesto, Canarias.

No habrás visto nada igual, un jardín de cactus espectacular
No se trata de plantas amontonadas y clasificadas. Su disposición, que recuerda un poco a la obra de Gaudí, parece adorar al antiguo molino de viento del pueblo, en lo alto del complejo. Allí también se puede disfrutar de pequeños estanques repletos de peces de colores, pequeñas cascadas y, en sus zonas interiores, de algunas de las pinturas del autor.
Muy cerca se encuentran la Cueva de los Verdes y los Jameos del Agua, ambos localizados en el interior del túnel volcánico producido por la erupción del Volcán de la Corona. Los dos cuentan con un lago interior formado por la filtración del agua, ya que están por debajo del nivel del mar.
La mano de César Manrique aparece, sobre todo, en el segundo complejo, donde habitan más de una docena de especies endémicas de interés científico entre los que destacan sus pequeños cangrejos ciegos. De color blanco brillante, parecen estrellas en el fondo del lago. También está el auditorio, de impresionante acústica, enclavado en el interior de una gruta volcánica.
El visitante puede encontrarse a lo largo del recorrido cafeterías y restaurantes que, más allá de los precios (ni los miramos, pero no tenían pinta de ser baratos), están perfectamente insertados en el paisaje y no rompen con la paz que allí se respira.

La visita a los Jameos del agua es de obligado cumplimiento, su belleza es increible
Además, si os interesa el mundo volcánico y geológico, como a nuestros hijos, en los Jameos está la Casa de los Volcanes, en la que te muestran el proceso de erupción de un volcán y sus consecuencias geológicas. Eso sí, desde aquí quiero llamar la atención a aquellos que gestionan sus recursos para que arreglen todos los ‘cacharritos’ didácticos tecnológicos que alberga esta casa museo. La entrada no es precisamente barata (9 euros por adulto) y no funcionaba ni uno.
Llegados a este punto, no está de más pasarse por el Mirador del Río, diseñado por Manrique en la zona norte de la isla, situado en lo alto del Risco de Famara. Desde allí se pueden contemplar preciosas vistas panorámicas de la Isla de la Graciosa y del Parque Natural del Archipiélago Chinijo.
¿No os están entrando ganas de saber más de este artista canario? Pues lo mejor para ello es volar hacia Lanzarote. ¿Os animáis?
Y si habéis estado por allí y queréis recomendarnos algo más para visitar que se nos haya escapado, contádnoslo en un comentario, no os guardéis los sitios chulos sólo para vosotr@s 😉
¡Disfrutad de las vacaciones!!
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