Aquí estamos un año más con Halloween a cuestas. No os queremos engañar, no nos apetecía lo más mínimo ponernos a hablar de decoración, recetas, disfraces, manualidades… lo de siempre. Pero, claro, como el (maldito) SEO manda, tocaba un post del festejo del terror.
“Truco o trato”, le dijimos a nuestro cerebro. Y de repente, paseando por El Prado, se nos encendió la bombilla. ¿Por qué no buscamos obras de arte terroríficas, esas capaces de helarte la sangre y no dejarte dormir en la noche del terror? Por supuesto, el culpable de esta resolución fue ni más ni menos que Goya y su ‘Saturno devorando a un hijo’.

¡Espeluznante! tal vez se nos quede corto para definir al cuadro pintado por Goya.
Incluido en su serie de Pinturas Negras, este cuadro tiene la cualidad de ponernos los pelos de punta a muchos de nosotros (no es para menos). Representa al dios romano Saturno (llamado Chronos en la mitología griega) comiéndose a uno de sus hijos recién nacidos de la diosa Ops. Figura alegórica del paso del tiempo, de los hijos de Saturno sólo sobrevivieron cuatro: Juno, Plutón, Neptuno y Júpiter, que su madre escondió para evitar su desgracia. El último de ellos terminó derrocando a su padre y se convirtió en el más poderoso de todos los dioses.
Caravaggio es otro de nuestros pintores sanguinarios favoritos. Cualquiera de sus obras realizadas con la técnica del claroscuro ya es bastante desasosegante. Además son habituales las testas separadas de su cuerpo, como la de Medusa, la de Juan el Bautista, la de Goliath… Pero si hay una pintura de este peculiar italiano que se lleva la palma es ‘Judith cortando la cabeza de Holofernes’.

Una imagen sanguinaria que nos recuerda que beber en exceso nos puede salir muy muy caro.
Holofernes fue un general a las órdenes del rey de Babilonia Nabucodonosor II. El rey asirio le envió a vengarse de las naciones del oeste, entre ellas Israel, y una de las ciudades que estuvo a punto de caer bajo su yugo fue Betulia. Sin embargo, la ciudad fue salvada por Judith, una bella viuda judía que se infiltró en el campamento de Holofernes, le emborrachó y terminó decapitándole mientras dormía. Una joyita de mujer.
Y otra de cabezas cortadas, esta vez de los pinceles de Rubens. Su Medusa (o lo que queda de ella) da auténtico pavor, mucho más que la de Caravaggio, toda rodeada de sangre y culebras.

No os voy a engañar… esta no la puedo ni mirar.
En la mitología griega, Medusa era una monstruosa mujer con cabellos de serpiente que convertía en piedra a aquellos que la miraban fijamente a los ojos. Fue decapitada por Perseo, un semidios hijo de Zeus, que usó su cabeza como arma hasta que se la dio a la diosa Atenea para que la pusiera en su escudo, de manera que pudiera así alejar los males de su persona.
Lejos de lo sangriento pero cercano a la locura está El Bosco. Sus trabajos, que bien podrían compararse con los ¿Dónde está Wally? del Renacimiento, muestran imágenes inquietantes, tenebrosas, dignas de una película de Guillermo del Toro.

Menos sangriento pero cercano a los infiernos, las pinturas de El Bosco te invitan a imaginar mil y una historias.
Éstos son sólo fragmentos de su Infierno en ‘El Jardín de las Delicias’ y en ‘El Juicio Final’, suficiente para hacernos una idea de la imaginación tan prolífica que tenía. El primero de estos trípticos, considerado como una de las obras de arte más misteriosas de la historia, hace referencia a los mil y un pecados que pueden arrastrar al hombre a los dominios de Satanás: los placeres carnales, el juego, la gula, la música (sí, la música también era pecado en los tiempos de El Bosco). El cuadro fue comprado en su día por el rey Felipe II, uno de los más fervientes admiradores del pintor flamenco. Hoy en día, forma parte de la exposición permanente del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como depósito del Patrimonio Nacional en 1939.
Seguro que vosotros conocéis también otros cuadros terroríficos.
¿Los compartís con nosotros?
Tags: arte Dibujos creativos

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